17 julio 2009

MUJER RAZA CLASE

Aquella niña vivía en su casa cepo
de chapa y porche de dinamita.
Quebró las viejas ramas y el peso muerto
fruto de una mirada prohibida
o un asiento en el autobús.
Aquella niña huyó de la justicia
de las capuchas y del fuego
que tuesta hermanos en el cerco
de sonrisas y camisas sudadas.
Aquella niña supo que la muerte
sucedía, vigilante, en los barrios
y no se entregó a la noche tóxica.
Aquella niña pantera en los comedores
y negra en las listas de la inteligencia
le gritó a la celda raíz de las heridas abiertas,
le gritó a las rutinas del exilio y las ráfagas
que amenazan la madrugada
como golpes de mazo.
Aquella niña fue carta en la milla sola
de los homicidios justificables,
epístola que dispara ternura.
Aquella niña recluida antes de los veredictos
por los doce hombres de todas las Carolinas del Sur

sonrió a las pruebas más necias
en el dictamen corredizo en su hermoso cuello.
Aquella niña huida y refugio en casa cualquiera,
rastro en sótano útil, buhardilla de abrazos,
perseguida por el cepo, las capuchas,
las mazas, los cargos látigos y los sudarios FBI,
aquella niña hermana Ángela sonriendo
será bienvenida a esta casa.


[1] Título perteneciente al volumen de ensayos de Ángela Davis “Mujer, raza y clase” editado por Akal, 2004. Acusada falsamente de haber proporcionado un arma a George Jackson, en prisión, Ángela Davis se dio a la fuga. Durante dos meses, hasta que fue arrestada por el FBI, en muchos las ventanas y puertas de muchos hogares norteamericanos podía leerse:“Ángela hermana eres bienvenida en esta casa”.

2 comentarios:

la luisa dijo...

¡¡¡FfFOoOHhH!!! GgGrande, GgGOoO! L.

DFM dijo...

thanks!

besicos