31 mayo 2005

Angela





Autora de títulos como Women, Race & Politics (1989), Blues Legacies & Black Feminism (1999) o Are Prisons Obsolete? (2003), la Davis ha venido a España a dar cuenta de ello en una conferencia, aprovechando que sus rugidos de pantera negra por fin han sido traducidos al castellano. Mujeres, raza y clase (Akal), su muy riguroso ensayo de 1981 sobre las experiencias revolucionarias de las féminas de su raza desde una perspectiva histórica, es el libro a celebrar.
-Bueno, puede que ahora sí... Lo cierto es que cuando escribí este libro no me tenía por tal, y mucho menos en los años 60 y 70, cuando intentábamos distanciarnos a toda costa de aquel feminismo blanco de clase media tan racista. Ahora creo que el feminismo no es un movimiento o una línea de pensamiento monolítica, prefiero definirlo como un marco radical dentro de la política social en el que la lucha contra la supremacía masculina se une con iniciativas contra el racismo y la homofobia.
p. No lo dirá por las mujeres de color que tienen más predicamento en la actualidad... Me refiero a las estrellas del hip hop y el r&b...
R. Se podría elaborar un argumento más complicado al respecto, pero sí, es cierto que hay mucho de acomodaticio y burgués en sus actitudes que expresan la cultura machista dominante, donde aún abundan las imágenes de la mujer como accesorio, igual que cuando se utiliza una chica para vender un coche. Pero, al mismo tiempo, también existen artistas femeninas de rap, e incluso hombres, que luchan por romper ese estereotipo.
p. Pues poco les luce el pelo, con perdón...
R. Puede que la cosa esté difícil, pero no imposible [más risas]. En cualquier caso, la sexualidad es una de las temáticas más recurrentes e importantes del feminismo. Es algo de lo que me di cuenta cuando investigaba el trabajo de cantantes como Gertrude Ma Reiney, Bessie Smith o Billie Holiday. Resulta muy interesante la manera en que evocan el sexo en sus blues, a menudo incluso con metáforas muy gráficas, como hacen las raperas ahora. Piensa que la sexualidad ha sido una cuestión específicamente relevante para la gente de color desde los tiempos de la esclavitud: a los negros se les podía negar la libertad económica o política, pero no la sexual. La posibilidad de mantener relaciones sexuales dependía de sus propios deseos, no de la exigencia de sus amos para que se reprodujeran y trajeran al mundo más esclavos. Para los que no eran libres, el sexo se convirtió en una de las expresiones de libertad más tangibles. Y eso me permite vincular sexualidad y liberación.
p. ¿Cuál es la fórmula para ser radical hoy?
-Reinventar el término, reconstruirlo, pensar en nuevas formas de radicalismo. Por ejemplo, ejercer la crítica, en el pensamiento, en la política, en la cultura... Necesitamos activistas, pero también intelectuales y estudiantes y, desde luego, la voz de los artistas y los músicos. También es muy importante contar con la visión de los jóvenes. Los de mi generación debemos aprender a vivir en el presente y a olvidarnos del pasado, que es a lo que te aferras cuando te vas haciendo viejo. Con eso no quiero decir que haya que descartar la Historia, en absoluto, porque en ella está la inspiración. Fíjate, en cualquier parte del mundo, la gente aún se enardece cuando oye hablar de aquellos que vinieron a España a luchar contra los fascistas en la Guerra Civil. Eso ayuda a mantener el sentimiento, el deseo de construir un mundo mejor. Pero, al mismo tiempo, es muy importante pensar en el momento, en el presente y el futuro.
Es que no debemos despreciar a la juventud porque en ella está el fuego, el espíritu que promueve el cambio. Lo peor es dormirse en los laureles de las victorias pasadas. Los mayores deberían darse cuenta de ello y empezar a aprender cómo aceptar su liderazgo. Por mi parte, tengo grandes esperanzas en los jóvenes antiglobalización, un movimiento que incorpora desde el antirracismo hasta la lucha contra lo que yo llamo la industrialización del sistema carcelario. La revolución contra los efectos de la globalización del capital ha afectado a nuestras vidas en muchas maneras, y no hablo sólo de combatir al FMI o la banca mundial o el sistema judicial, sino también de comprender cómo el capital ataca nuestra existencia cotidiana, provocando la violencia contra los inmigrantes, por ejemplo.
p. En su momento, usted misma fue víctima de ese terrorismo de estado por parte del Gobierno de su país.
R. Sí, durante una época de mi vida de forma evidente y también después en otros grados...
El caso de Angela Yvonne Davis (Birmingham, Alabama, 1944) supuso un hito histórico para la causa negra estadounidense y, por ende, para los movimientos antiopresión internacionales. Por sus padres, profesores, comprendió que el mundo no era el lugar que debía ser, y por el marxismo (Herbert Marcuse fue su mentor mientras se doctoraba en Filosofía por la Universidad de California en San Diego, tras estudiar en París, Frankfurt y Massachusetts), que la liberación de la raza negra y la de la mujer no podían separarse de la lucha de clases.
Por eso entró en el Partido Comunista norteamericano, en 1968, al tiempo que se hacía miembro de los Panteras Negras, el principal grupo de activismo afro de su país, filiación que luego le costaría su puesto como profesora auxiliar de Filosofía en la Universidad de California en Los Ángeles. Era 1970 y Angela ya se había involucrado sobremanera en la campaña pro liberación de los tres radicales negros conocidos como los Soledad Brothers. No resultó extraño que, cuando el 7 de agosto de ese mismo año se produjo el intento de fuga y secuestro en el tribunal donde se iba a celebrar la vista de los Soledad Brothers con resultados catastróficos (murieron el juez y tres personas más, entre ellos uno de los presos), las fuerzas del orden también fueran a por ella, que nunca estuvo en la escena del crimen, con la excusa de que las armas usadas aparecieron registradas a su nombre.
Así se convirtió no sólo en una fugitiva, sino también en la tercera mujer en engrosar la lista de los 10 criminales más buscados por el FBI. "Angela, hermana, eres bienvenida en esta casa", podía leerse en multitud de ventanas y puertas por todo Estados Unidos, mientras el entonces gobernador de California, Ronald Reagan, proclamaba que la profesora jamás volvería a dar clases en su estado. Cuando por fin fue capturada en un hotel de Nueva York, hasta el presidente Nixon compareció en televisión para felicitar al FBI y, de paso, condenar a la joven del pelo afro sin juicio.
Davis pasó 16 meses en una diminuta celda antes de que un jurado íntegramente compuesto por blancos la exonerara de todos los cargos. Casi un año y medio infernal, suficiente para que se forjara la leyenda gracias a una de las campañas de liberación más mediáticas conocidas y en la que tuvo mucho que ver la propia hermana de la acusada, Fania Jordan. Al grito de "¡Libertad para Angela Davis!", las manifestaciones se sucedieron por todo el planeta dando fuerzas a su heroína, que aprovechó para fundar la Alianza Nacional Contra el Racismo y la Opresión Política. Recuperado su puesto como profesora, esta vez en la Universidad Estatal de San Francisco, desde entonces la Davis ha tenido tiempo de casarse y divorciarse, criar a una sobrina (Eisa Davis, emergente dramaturga), presentarse en dos ocasiones como candidata a la vicepresidencia del Gobierno estadounidense por el Partido Comunista, lanzarse al mundo como conferenciante y enrolarse en cuantas acciones se le han puesto a tiro, desde las protestas contra la Guerra de Irak hasta la plataforma por la libertad de Mumia Abu Jamal, periodista y activista de los Panteras Negras en el corredor de la muerte acusado de asesinar a un policía. Perseguida aún por la polémica (en el 94, los republicanos se opusieron a que ocupara un puesto presidencial en la universidad en la que es catedrática).
p. ¿Nunca ha pensado en renunciar?
R. Sí, a veces me ecuentro realmente cansada. Pero creo que nunca he tenido otra opción, una alternativa. Desde pequeña he tenido ese sentimiento de lucha, de combatir la injusticia, muy inculcado por mi madre. Ha sido parte de mi vida y no sé qué podría haber sido de ella sin él. Así que vivo mi vida, aunque me canse.
El primer ensayo en español de Angela Davis, "Mujeres, raza y clase" (Akal, Colección Cuestiones de antagonismo), ya está a la venta.